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Hace algunos años, mientras caminaba por la Macroplaza en el centro de Monterrey un desconocido se acercó y se ofreció a leerme la mano sin costo alguno, aún recuerdo bien la frase que más me llamo la atención al final de la “lectura”, él dijo: Un día tendrás que escoger entre el dinero, el poder y lo que realmente te hace feliz».
Esa fue una fuerte premonición para mí, que soy lo que más de uno llamaría supersticiosa. Es curioso cómo en estos últimos momentos de mi vida universitaria una situación así se ha presentado en mi vida mientras trato de resolver la disyuntiva de entre si irme al D.F con una prometedora oferta de trabajo o volver al sur donde me siento más en contacto conmigo misma. Ante esta dualidad de caminos y por ende una doble confusión que me estresa , me puse a investigar sobre la felicidad de una forma mas teórica, para ver si lograba encarrilar un poco más mis ideas.
Indudablemente, como todas las grandes palabras (felicidad), es difícil de definir, sobre todo cuando se sabe que la conceptualización de la palabra es personal. Es antigua y existe tal vez desde el inicio pues alrededor de ella giran grandes cuestionamientos existenciales y se le reconoce como una de las razones básicas de la vida en la mayoría de las culturas, los antiguos griegos la definían como –El fin de todos nuestros actos, el bien supremo, la plenitud-, pero si hay algo seguro– como diría Tomás de Aquino–es que es simple naturaleza humana buscarla incesantemente, sea cual sea el significado que cada uno le de.
Respecto a la disyuntiva que tenía enfrente entre las opciones para mi futuro, pensé en la actualidad y en las grandes sociedades capitalistas que devoran todo, incluyéndonos.
La felicidad se ha relacionado en los últimos tiempos estrechamente con la capacidad adquisitiva de bienes privados (o sea mientras más compramos, más felices somos), como carros nuevos, viajes exóticos, grandes casas , ropa de marca etc, y no me excluyo de este no-particular grupo de personas.
¿A quién no le gusta viajar o estrenar unos zapatos? Sin embargo hay que pensar que si vaciamos toda nuestra felicidad en los bienes esta se volvería efímera y vana, pues lo material, aunque suene muy trillado va y viene , desaparece.
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman , habla en su libro Tiempos líquidos (2007) habla sobre la inmediatez en la que vivimos, o sea de las satisfacciones espontáneas que tenemos diariamente y cómo en un mundo que avanza a pasos apresurados adquirimos alegrías desechables como las cosas que compramos y pronto se vuelven obsoletas, como los celulares.
Así me di cuenta que no podía basar mi decisión sólo en los lujos o comodidades, tenían que existir otras variables que tomar en cuenta para tomar la decisión “correcta”. Como siempre, me acerqué a mis amigos para pedirles sus sabios consejos y visiones acerca de lo que es la felicidad.
Primero fui con mi querida Andrea, recién egresada y ya con un buen puesto en la función pública. Su perfil en este tema es socrático, ya que como el gran pensador griego ella ve la felicidad basada en la virtud, en la excelencia de cada uno de sus actos, midiéndolo todo para hacer las cosas bien y de esta forma alcanzar sus objetivos con éxito; para ella felicidad es alcanzar sus metas. Lo que piensa Andrea tiene sentido, pues si hacemos las cosas bien , debería irnos bien. Para ella el autocontrol es importante, si todo se hace con calculada medida, entonces no sufrirá de vicios y distracciones y esto la mantendrá tranquila y enfocada en sus asuntos, por ende en plenitud con ella misma.
En seguida fui con Marcela (una hippie millonaria), que es la antítesis de Andrea. Ella me compartió su versión de felicidad en términos más epicúreos: para ella el placer, evitar el dolor, no depender de nada ni de nadie e ir por la vida de manera forma libre y desprendida, sabiendo que nada es para siempre y todo hay que disfrutarlo al 100% es su idea de plenitud.
Finalmente fui con mi mejor amigo, Jaime, y me dijo muy a la Sócrates, «Si lo que estás buscando son respuestas, entonces es allí donde está la felicidad, en la búsqueda de tu verdad. Mientras más sabes más feliz y clara estás. La búsqueda de la verdad y su respuesta, te harán feliz».
Al final buena o malamente descubrí algo distinto de lo que buscaba. Hubo algo que me llamo más la atención que mi propia problemática. Descubrí que cada una de las definiciones que me dieron mis amigos tenían rasgos en común. Si bien la felicidad tenía una significación diferente para cada uno, noté que cada una de ellas es completamente individualista y hasta cierto punto excluyente, se trata sólo de la auto-satisfacción de las metas propias; el el neoliberalismo se ha convertido, más que un modelo económico en parte de la cultura: cada quien hace lo que debe y deja de lado (en la mayoría de los casos) la responsabilidad social y el interés colectivo .
Tengo que admitir que me quedé un poco consternada con esta realidad, pensé sobre la dirección que nuestra generación ha tomado, con un rumbo utilitarista (que no necesariamente es malo), pero que sí ha dejado cada vez olvidado el concepto de comunidad y bienestar común. Me pareció que el capital social estaba cada vez más cerca de la extinción.
En fin, no he conseguido responder mi pregunta ni he tomado una decisión– dicen que hay más tiempo que vida –así que lo pensare tranquilamente, supongo que al final las cosas tomarán el rumbo que deban tomar.
Sin embargo al final si me quedan dos ideas muy claras, la primera; que la felicidad implica un montón de cosas, que hay que ser flexible para no quebrarnos al intentar descubrirla, y que si hay algo claro es que somos humanos y tenemos limitaciones que nos condicionan no lo podemos todo.
Quizá aceptando esto sea más fácil llegar a encontrarla. En lo personal, quiero tomar un camino que me lleve a pensar en la felicidad de los demás, y así hacer la mía algo compartido. Pienso que eso me daría esa plenitud de la que hablaban los griegos, sea cual sea mi trinchera.
*Los nombres han sido cambiados
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