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Una promesa vacía
Si bien la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos garantiza el empleo a cada individuo en edad de trabajar (de 14 años en adelante) que lo busque, nos damos cuenta que esta garantía suele ser una promesa vacía. Tan sólo en Jalisco–de acuerdo a las estadísticas de la Subsecretaría de Empleo y Productividad Laboral (instancia federal)–hay 173 mil personas que están dispuestas a trabajar y aún así se hayan incapaces de hacerlo.
El desempleo afecta la calidad de vida…incluso cuando éste queda en el pasado
La falta de empleo tiene un impacto negativo considerable en la calidad de vida de una persona: sus efectos han sido ampliamente documentados en diversos periodos de tiempo y en contextos diferentes alrededor del mundo. Aquí vale la pena aclarar que cuando hablo de desempleados, me refiero a aquellos que les gustaría tener un empleo y por diversas circunstancias no pueden acceder a uno.
De entrada, el no tener empleo podría traducirse en recursos insuficientes para satisfacer sus necesidades básicas de alimentación y vivienda. Pero hay efectos psicológicos adicionales a tener en cuenta, así como una caída en el autoestima y un aumento en el temor y la preocupación por el futuro.
Los economistas alemanes Clark, Georgellis y Sanfey (2001) incluso han demostrado que el impacto psicológico de un desempleo pasado puede persistir aún cuando la persona logra conseguir trabajo.
Y si bien las personas suelen adaptarse a muchos eventos de la vida, tales como la enfermedad, la vivienda, e incluso el aumento salarial–lo que en inglés se conoce como la setpoint theory donde tras enfrentarse a un cambio en la rutina, el individuo vuelve a su «nivel inicial de felicidad»–no se ha demostrado que este fenómeno ocurra en el caso del desempleo.
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Tapatíos y desempleo
Los datos que tenemos para este 2013 en nuestra encuesta arrojan una tasa de desempleo de 10.8%, casi el doble de la cifra que maneja la Subsecretaría de Planeación del Gobierno del Estado, que es alrededor de 5.1% para Jalisco ¿Por qué ocurre esta discrepancia?
Primero, quiero recordarles, amables lectores, la manera en la en que la tasa de desempleo se calcula oficialmente: se toma a los desempleados de la “población económicamente activa” (que incluye a las personas de 14 años de edad o mayores) y éstos se dividen por el total de la «población económicamente activa», es decir tanto aquellos que tienen trabajo como aquellos que no lo tienen pero están en condiciones y les gustaría tener un empleo.
Si usamos nuestros números con esta fórmula serían 156 que dijeron estar desempleadas/1441 de la población con capacidad de trabajar = 10.8%.
Considero que hay un par de factores que podrían explicar por lo menos una parte de esta diferencia tan abismal. Primero, nuestra tasa no contempla a los individuos de 14 a 17 años de edad (sólo entrevistamos a mayores de 18). Aún así, como la tasa se basa en porcentajes, no se esperaría una gran diferencia aunque los incluyéramos en nuestra cifra. Además, cabe la posibilidad que nuestra tasa de desempleo se viera «inflada» porque la encuesta se aplicó en horarios laborales.
El impacto negativo del desempleo en la calidad de vida se refleja también en los resultados de nuestra encuesta. Como era de esperarse, hay una diferencia estadísticamente significativa:en promedio los empleados reportaron una calidad de vida de 72.4 puntos sobre 100, casi 5 puntos más arriba que los desempleados, que en promedio le dan una calificación de 67.5 sobre 100 a su calidad de vida.
En el grupo de de las personas con trabajo también hay una diferencia significativa. Los que tienen trabajo permanente reporte una calidad de vida aún más alta, de 73.8, mientras que aquellos que tienen trabajo temporal tenían un promedio de 68.8–una cifra que realmente no es diferente estadísticamente de aquella de los desempleados. No había diferencia significativa entre hombres y mujeres desempleados.
Es evidente que tanto el desempleo como la inseguridad laboral son grandes problemas en la sociedad tapatía, ya que éstas afectan directamente la calidad de vida de cada persona desempleada, junto con la de su familia y grupo de amigos.
El número frío que representa a la tasa del desempleo afecta no sólo a las personas desempleadas mientras estas no tengan trabajo: también impacta a los amigos y familiares de dichos individuos, y como se mencionó anteriormente, repercute en el futuro de la propia persona a pesar de que logre emplearse posteriormente.
Nada mejor para ilustrar mi punto que este dato: Según Di Tella y MacCulloch (2006), con cada aumento del 1% en la tasa del desempleo en un territorio, la felicidad disminuye en un 3.5% para todos los habitantes de ese lugar.
Nota del editor: a petición de la autora, se agregaron unos párrafos a la sección «Tapatíos y desempleo» respecto a la tasa de desempleo y se hicieron precisiones significativas en el infográfico al 19 de noviembre de 2014.
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